La metáfora de la cucaracha

Los psicólogos somos famosos por apoyarnos en cuentos y metáforas de vez en cuando. Los que ya me conocéis sabéis que no es del todo mi caso; la primera vez que un terapeuta me contó un cuento fue, a su vez, la última que me vio el pelo. Oye, Mari, ¿Tú odias, acaso, los cuentos?

Ni los odio ni los odiaba. La María adolescente sintió que aquel cuento era un refrito adulterado de uno de los famosos cuentos de Jorge Bucay (autor que, si os interesan los cuentos para adultos y de reflexión, os recomiendo encarecidamente) y que, por lo tanto, no era único y exclusivo para ella y su caso ni mucho menos especial.

De esta historia podemos sacar dos conclusiones: la primera, es que la Mari adolescente estaba cargada de hostias. La segunda, que los cuentos y las metáforas, para que sean útiles, deben resonar en ti. Activar esa parte niña, pillina e incrédula que sacude su cabeza de forma agitada hacia ambos lados ojiplática y boquiabierta buscando anclar su mirada a la de otra persona al suspiro de: ¡Eso también me pasa a mi, ¿A ti te pasa?

En definitiva, que si a mi, poseedora de un mac, un smartphone del cuál prefiero no saber el precio, un air fryer, unos palitos de incienso con los que me siento en la cúspide de mi espiritualidad, a mi, que necesito papel higiénico de doble capa y un arbol de navidad de plástico comprado en Amazon… Que me expliques un cuento sobre un señor que se levantaba a las 5 de la mañana para subir una montaña, cuando el mayor espectro de frío que soy capaz de soportar es abrir corriendo la cortina de la ducha para coger el albornoz y con el calefactor puesto, o bien la historia de cómo un monje vendió su Ferrari, no va a producir ningún cambio en mi.

Por esa razón un día decidí crear una metáfora con el poder de unir a un pueblo entero con más intensidad que el festival de Eurovisión. Metáfora que ya he tenido que modular en casos particulares ya que, como venimos comentando a lo largo de este speech gratuíto e innecesario que me acabo de marcar, las metáforas necesitan conectar con realidades.

Sin más dilación, os presento con toda la ilusión y asco que me cabe en el cuerpo:

La metáfora de la cucaracha

Puedes descargarla pulsando aquí

Preguntas que resolverás con este cuento:

  • ¿Tengo que afrontar mis miedos? ¿Sí? ¿No? ¿Por qué?

  • ¿Cómo puedo afrontar un miedo?

  • ¿Por qué hay cosas inofensivas que me producen tanto pavor?

  • ¿Podría caerme bien una cucaracha?

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