¿Te da miedo empezar un proyecto por el qué dirán? Cuento y ejercicios.

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Me gustaría que te tomases unos minutillos de tu día para leer este cuento popular. Hazte un buen café o una infusión y siéntate en un sitio cómodo. Este cuento te servirá para explicárselo a cualquier persona que necesite un pequeño cambio de perspectiva pero, sobretodo, te servirá a ti si te encuentras con el deseo de embarcarte en un nuevo proyecto y uno de los obstáculos que te frena es ‘el qué dirán’.


Una humilde y viajera familia caminaba de pueblo a pueblo acompañados de un burrito. Así pues la familia estaba conformada por cuatro miembros: el padre, la madre, su hijo pequeño y, por supuesto, el burrito. Al llegar al primer pueblo la madre escuchó murmurar a la gente:

‘¡Qué familia más tonta! Van caminando y llevan a un burro… ¿De qué van? ¿De ecofriendly? ¿Se creen superiores por no usar el burro?’.

La madre, sorprendida, explicó lo que había oído a su marido y juntos subieron al niño sobre el burro.

Al llegar al siguiente pueblo, el padre empezó a escuchar más murmullos:

‘¡Mirad a ese niño malcriado! Su pobre padre partiéndose el lomo trabajando y así se lo paga. Tan pequeño y no es capaz ni de caminar. ¡Vaya padres! ¡Qué mimado lo tienen’.

El padre, raudo, bajó al niño del burro y se subió él.

Al llegar al siguiente pueblo, unas mujeres increparon al padre:

¡Menudo machista! Su pobre mujer y su hijo caminando y él ahí, encima del burro, como buen patriarca. ¿Y la mujer? Vaya ejemplo le está dando a su hijo… seguro que crece y se transforma en un machista maltratador. ¡Igual que su padre! ¡Vaya patada al feminismo esta familia!

La mujer, horrorizada por los ataques hacia su pobre marido y a ella misma, se cambió con el marido y salieron del pueblo avergonzados. El niño cada vez se sentía más confundido y más inseguro al ver que al ver las reacciones de sus padres. Empezó a temer a la llegada a los siguientes pueblos y a sus gentes y cada vez que se acercaban a un núcleo poblado se estremecía. Dejó de cantar y de bailar y de intentar zafarse de la mano de sus padres para explorar y jugar. Ya no había rastro de los juegos familiares o canciones que vestían los trayectos entre pueblo y pueblo.

Al llegar al siguiente pueblo un grupo de personas saludaron sonriendo amablemente. La familia se miró de forma cómplice y expiraron una bocanada de aire en señal de alivio. Al dejar atrás al corrillo de personas la madre escuchó susurrar a las mismas personas que tan amablemente les había dado la bienvenida al pueblo:

‘¡Mírala, la señora, qué poca vergüenza! Su marido harto de trabajar y su hijo pequeño y ella ahí, bien cómoda. ¡Estas feministas radicales! ¡Una feminazi de esas que odian a los hombres! ¡Pobre familia! Seguro que ese niño tiene carencias… Un padre calzonazos y una madre negligente. ¡Pobre criatura! ¡Presa fácil para la primera lagarta que lo encandile cuando crezca un poco’.

Rápidamente la madre bajó del burro y se echó a llorar. El niño se puso muy nervioso y también lloró. El padre, preocupado, les propuso subirse todos al burro para que nadie pudiese increparles más. Y así lo hicieron. Cuando vieron en la lejanía el siguiente pueblo el niño pidió parar unos minutos para descansar. Pidió saltarse el siguiente pueblo y ante la negativa de sus padres pilló tal disgusto que vomitó. Finalmente, se subieron al burro y llegaron al siguiente pueblo.

‘¡Vais a matar al pobre burro! ¡Panda de animales! ¡Pobre animalito! ¡Niño! ¿No te da vergüenza tratar así a tu burrito? ¡Y vaya padres! ¿Qué valores animalistas son esos?’

La familia se bajó del burro y salió rápidamente del pueblo.

Una vez fuera la madre pidió perdón al burro y lo abrazó. Un aldeano que se encontraba en la entrada del pueblo se la quedó mirando y el niño, asustado, dijo:

‘Mamá… suelta al burrito… ese hombre te está mirando…’.

En ese momento, al ver a su hijo hecho un manojo de nervios y tan preocupado por lo que ese hombre podría decirles, padre y madre se miraron fijamente.

‘¡Te quiero Burrito de mi corazón!’ - gritó la madre abrazándole fuerte.

‘¿Quieres una zanahoria?’- dijo el padre ofreciéndosela al niño para que alimentase al burro.

El niño empezó a llorar y abrazó a su burro y le dio la zanahoria.

‘Están todos locos en esa familia…’- resopló el aldeano que entraba al pueblo.

‘¿Disculpe?’ - dijo la madre- ‘Me ha parecido escuchar que insultaba a mi familia, si es así me gustaría que, al menos, lo dijese en voz alta’.

El aldeano no contestó y entró en el pueblo.

La familia se alejó lentamente y, al cabo de unos minutos, volvieron a cantar.


Suena a topicazo monumental pero lo cierto es que, como ya habrás escuchado, hagas lo que hagas; te criticarán. Plantéate qué peso tienen esas críticas. Probablemente se queden mucho más tiempo en tu mente que en la de las personas que las han ejecutado.

Todos los libros -bueno no todos pero muchos sí- de autoayuda suelen relatarte las vidas de personas exitosas que empezaron de forma precaria, vivieron entre cartones o tuvieron una infancia muy dura y resurgieron de sus cenizas cual ave Fénix. Muy elitista y muy tóxico todo. Como si el éxito fuese la única vía resultante. Como si tu proyecto hablase más de los demás que de ti mismo/a.

Te propongo un ejercicio. ¿Tienes una hoja de papel cerca?

Apunta tu proyecto. Ponle nombre. Intenta dedicarle unos minutos a las preguntas siguientes. ¡A ver que pasa!

¿Qué te da miedo?

¿Quién te da miedo?

¿Qué es lo peor que puede ocurrir/decirte?

¿Qué impacto tendría en ti esa crítica/situación?

¿Te define como persona el resultado?¿Qué define quién eres?

¿Qué beneficios puedes obtener llevando a cabo tu proyecto?

¿Qué beneficios obtendrás si no lo llevas a cabo?

¿Tu proyecto tiene una trascendencia vital en el universo como para que una persona dedique parte de su tiempo a intentar sabotearlo o para que el mundo se hunda si falla?

¿Te hace ilusión?

¿Alguna vez has emitido un juicio destructivo sobre una película, libro, video o marca? ¿Había alguna intención de dañar de forma personal al autor/a?

Te invito a que completes estas preguntas, si puedes, con alguien más. Alguien que pueda ayudarte a sacar más información y a debatir sobre ella.

Luego, siempre puedes comentar en este artículo o escribirme para darme tu opinión y explicarme tu experiencia.

¡Buena suerte!

Mari Zafra psicóloga y psicoterapeuta en Barcelona.

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